
Sapucai, es uno de los distritos del Departamento de Paraguarí, Paraguay. Se encuentra, aproximadamente a 92 km de la ciudad de Asunción, capital de la República del Paraguay.
Se llega a esta ciudad por un camino sin pavimentar (pavimento en construcción) de 24 km que parte desde la ciudad de Paraguarí, la capital departamental.
También la vieja locomotora del ferrocarril suele realizar periódicos viajes de excursión hasta el lugar, un recorrido mágico e inolvidable que parece retroceder en el tiempo.
La ciudad de Sapucái fue fundada bajo la presidencia de Emiliano González Navero en el año 1910, es una típica ciudad ferrocarrilera, de interesante trazado urbano.
La mayor atracción de Sapukái es su paisaje. Ubicada en medio de una verde y amplia hondonada, se encuentra rodeada de magníficos cerros por todos los costados. Viviendas antiguas de marcado estilo colonial, amplios patios cubiertos de frondosos árboles, románticos jardines y calles misteriosas, pequeños detalles que le dan un peculiar encanto a la población.
El local de la iglesia, enclavada en la ladera de un cerro, domina todo el horizonte. Desde la cumbre de uno de esos mismos cerros descendía un exótico camino empedrado, que, según la historia que cuentan los pobladores, fue construído por un grupo de bolivianos tomados prisioneros durante la Guerra del Chaco entre los años 1932 al 1935, que permanecieron confinados en Sapukái. Actualmente este tramo quedo reducido a su mínima expresión, unos 100 m de los 2000 m iniciales, a causa de la apertura de caminos hacia comunidades de esta ciudad.
Para testificarlo dejaron varias inscripciones en las laderas. Por el mismo camino desde el lugar llamado Cerro Rokê, los días sábados, en horas del amanecer, descienden cerca de medio centenar de mujeres montadas en burritos, cargados con productos agrícolas, hasta el mercado del pueblo. Son las folklóricas burreritas que mantienen viva una centenaria tradición.
En la ciudad de Sapukái, visitar la vieja estación del tren constituye un atractivo especial.
Allí, en un amplio predio, se encuentran los depósitos del Ferrocarril Carlos Antonio López, donde han ido a morir la gran mayoría de las locomotoras y los vagones, en más de un siglo de recorrer las campiñas paraguayas.
El lugar, conocido popularmente como el cementerio de los trenes, inspiró un capítulo del Hijo de Hombre del escritor Augusto Roa Bastos.
El escritor imaginó que los jefes de una dictadura militar enviaban un tren fantasma cargado de explosivos para detener a un convoy lleno de revolucionarios campesinos que avanzaban desde Sapukái. Por un involuntario atraso, el tren no salió a tiempo y el choque mortal se produjo en la misma estación del pueblo, con una terrible explosión que convirtió en ruinas todo el sector.
El informal museo en que se ha convertido hoy el depósito del ferrocarril se ajusta muy bien a aquella historia y leyenda imaginada por el escritor Augusto Roa Bastos, y constituye otra de las poderosas razones para visitar el hermoso pueblo de Sapukái.
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